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lunes, 5 de septiembre de 2011

Verdura



Sólo un delantal, unas medias de rejilla, un par de zapatos de tacón de aguja y nada más. La cesta de la compra sobre la mesa y los productos de la huerta en una fila perfecta sobre el mostrador de la cocina.

Rábanos, zanahorias, calabacines, nabos y pepinos, todos nutritivos y muy ricos; limpitos y rasurados. ¿Te puedes inclinar un poquito, cielo? Gracias, cariño. Estas muy sexy con esas medias. Veamos esta zanahoria. Es genial para dilatar tu culito, pues comienza delgada y acaba gorda. ¿Quieres que te la meta?

Sabía que dirías que sí.

Separa las piernas un poco, por favor. Así, muy bien. Hmmm, ¿ves qué bien te lo hago? Sé que te está gustando porque puedo ver cómo se te empalma la polla por debajo del delantal... Por cierto, cariño, ¿dónde compraste esos zapatos? Es una suerte que tuvieran de tu talla, ¿no?

Pervertido


Ella entra en casa tras un día agotador. El calor de la calle es insoportable y tiene la blusa manchada bajo las axilas; los pies la atormentan con un escozor que intuye se convertirá en una ampolla durante el transcurso de la noche. Tiene el pelo horrible y le duele la cabeza. Además, el elástico del sujetador le aprieta y le irrita la piel.

Apenas entra al dormitorio se descalza y se quita la ropa con un sonoro suspiro de alivio. La casa le responde con un atronador silencio. Nadie en casa. Mira hacia los ventanales del dormitorio para comprobar que las cortinas y la persiana están bajadas y termina de quitarse la ropa interior. Entra en el baño vestida únicamente con su cansancio y abre el grifo de la bañera; mientras se llena explora su cuerpo para evaluar las señales que el largo y pegajoso día ha dejado sobre su piel.

En el dormitorio una figura sale lentamente de debajo de la cama. Un hombre se arrastra por el suelo despacio, sin apenas respirar, procurando no hacer el más mínimo ruido. El corazón late con fuerza dentro de su pecho. Allí mismo, en un cesto, a escasos centímetros de él, se encuentra su objetivo: el montón de ropa que se acaba de quitar ella.

Poco a poco el hombre se acerca. Extiende un brazo y rebusca entre las telas su tesoro: allí están. Unas sencillas bragas blancas. El hombre las toma con sumo cuidado y lentamente vuelve a arrastrarse hasta la relativa seguridad que le ofrecen las sombras bajo la cama.

Allí apenas puede contener la emoción cuando acerca ese pedazo de tela a su rostro y percibe el leve calor residual que aun contiene. Cierra los ojos y pega la nariz contra el forro interior, aspirando con ganas, dejando que el olor de la intimidad femenina le entre hasta el alma a través de la nariz. Sus labios perciben que el forro de tela no está del todo seco. Allí hay algo de humedad. ¿Sudor, orín, jugo vaginal? probablemente una mezcla de todo ello.

Su lengua explora lentamente esa superficie sin apenas tocarla. No quiere contaminar aún con su saliva los restos allí impregnados por el coño de la hembra. Toca algo áspero y liviano. Un par de pelos. Unos pelitos levemente rizados, enganchados entre los encajes. Pelos de coño macerados con los efluvios segregados por el sexo de esa mujer a lo largo del día.

La verga del hombre amenaza con reventar el pantalón. Un poderoso aroma almizcleño le inunda las fosas nasales y esta vez no puede evitar sacar la lengua y pasarla por todo el forro interior, aplastando y arrastrando los pelitos allí pegados. Sabe a gloria. Relame el forro una y otra vez, saboreando los residuos vaginales, respirando su aroma, embriagándose con los restos que ha dejado pegado el coño en ese breve espacio de tela.

Hace rato que se sacó la polla de la bragueta y se la esta frotando vigorosamente, amenazando con eyacular en cualquier momento. Quiere hacerlo dentro de esas bragas. Quiere follarlas, quiere sentir el tacto de ese forro directamente sobre su cipote y empaparlo de semen. Se pasa las bragas por la cara, el cuello y el pecho. Se frota el vientre y los cojones con ellas y las envuelve alrededor de su polla, procurando que la parte interior se pegue directamente contra el glande.

Saber que hace unos minutos, esa misma tela estaba en contacto directo con la intimidad de la mujer, provoca que la sangre se agolpe en su rabo, hinchando sus venas y agrandando su diámetro aun más. Apenas realiza un par de movimientos con la mano estrujando las bragas alrededor del rabo, cuando el orificio comienza a expulsar chorros de leche ardiente, empapando las bragas y dejando una película cálida y viscosa sobre los dedos del hombre.  Éste exhala un gemido y una voz femenina resuena en el dormitorio:

—¡Manolo! ¿Si has terminado te importaría devolverme las bragas? Es que tengo que hacer la colada antes de que vengan tus padres a cenar.

—Sí cariño, ya he terminado. Toma.

—¡Uf! Madre mía. Esta vez si que te ha salido espesa ¿eh? Anda, sal de ahí abajo y échale un vistazo al mecanismo del váter, por favor, que ya se ha atascado otra vez.

—Voy, amor mío.

Reversibleman


—Buenos días

—Buenos días. ¿Qué le ocurre?

—Pues verá usted, doctora, lo cierto es que el asunto es algo complicado de explicar.

—No se preocupe caballero, estoy acostumbrada a todo tipo de cosas. Dígame que le pasa, puede usar un lenguaje coloquial si lo desea. Utilice sus propias palabras.

—Pues resulta que tengo un problema con el culo.

—¿Con el culo? ¿Y qué le pasa a su culo, pues? ¿Le molesta cuando va al baño?

—No… bueno, sí, eso también, pero no es eso el problema.

—Ya veo. Pero siente molestias cuando va al baño, eso ya lo podemos afirmar. Por algo se empieza. ¿Y? ¿Qué más?

—Esto… pues, que en ciertas ocasiones… a veces, no siempre, esto… pues… o sea…

—Pero hombre, vaya al grano, no se ponga nervioso y diga lo que le pasa ¿Son hemorroides? ¿Un abcceso? ¿Una verruga?

—No, no, no. Es que tengo el culo reversible.

—¿…?

—No se me ocurre otra forma de explicarlo.

—¿Pero cómo reversible? ¿Qué me está contando? ¿Eso qué es? Explíquese un poco, hombre.

—Pues reversible, doctora, reversible. Que el ojete se me da la vuelta a veces.

—No hombre, eso son hemorroides, que se le salen hacia afuera y…

—No, no, no. Que no son almorranas. Que es otra cosa porque yo ya tuve almorranas una vez y esto es diferente.

—Vamos a ver: ¿usted es médico?

—No.

— ¿Entonces? Si yo digo que pueden ser almorranas es que pueden ser almorranas.

—Pero…

—Ni pero ni peras. A ver, levántese, bájese los pantalones y la ropa interior y se me tumba usted  bocabajo sobre esa camilla de ahí. 

—Ya… bueno… sí… lo que usted diga, pero ahora mismo la cosa está bien.

—¿Cómo que está bien?

—Pues eso. Que ahora el ojete está como debe estar, pero a lo mejor dentro de un rato se da la vuelta para fuera y…

—Pero venga hombre, déjese de historias y bájese los calzoncillos, que no le voy a hacer nada.

—Vale, vale…

—Bueno, veamos… A ver… sí… bien… hmmmm… hm… ¿Le duele aquí?

—No.

—Ya veo… ¿Y aquí?

—No, no. Pero si es que a mí no me duele nada…

—¿Cómo que no le duele nada? 

—No. A mi no me duele nada. Lo que pasa es que el ojete se me da la vuelta.

—¿Pero no me dijo que tenia molestias cuando va al baño?

—Sí, pero dije eso porque lo tengo algo peludo y a veces me pica un poco.

—Levántese que le tengo que preguntar algo a la cara... Vamos a ver ¿usted me está tomando el pelo?

—No, no, no. Dios me libre.

—Pues si no me está tomando el pelo es que me está tomando por tonta o por una…

¡YAYAYAYAYAYAAYAYAYAAAAAAAH!

—¡Pero oiga!  ¡Qué le pasa?

—¡Qué ya, qué ya!

—¿Qué ya qué?

—¡Qué ya sale! ¡Que se da la vuelta!

—¡Ay mi madre! ¡Pues es verdad! ¡¿Pero eso qué es lo qué es?!

—hummmmmmmffffff… 

*¡PLOP!*

—¿Lo ve doctora? ¿Ve lo que le decía?

—Me cago en mi padre, si no lo veo no lo creo… A ver, deje que lo vea de cerca… Pero eso… ¡Pero si eso es una polla!

—¿Ah, sí? Pues es la primera noticia que tengo. Como la tengo en el culo no me la veo.

—Pero esto es inaudito. 

—Eso lo será para usted. Para mí es una putada.

—Esto debe saberlo toda la comunidad científica.

—Sí. Ya. Lo que usted diga. Pero esto tiene cura ¿no?

—Esto es un descubrimiento que pasará a los anales de la ciencia médica mundial.

—Oiga, eso suena cojonudo, pero verá, resulta que el que tiene una polla saliéndole del culo soy yo y todo eso de la comunidad científica me la suda.

—Se las sudan.

—¿Cómo?

—En plural. Tiene dos.

—Anda. Y encima con recochineo.

—Oiga, que yo soy muy seria y con estas cosas no bromeo. A ver, termine de quitarse toda la ropa que le voy a hacer una exploración más a fondo. 

—Vale, vale. 

—A ver… relájese… déjeme que la coja… A ver ¿Siente esto?

—Uffff… pues sí.

—¡Extraordinario! Al parecer tiene las funciones sensoriales plenamente activadas… veamos… ¿Nota cuando le aprieto aquí?

—Hmmmmmm…. Siiiiii…

—¡Inaudito! Este miembro también responde a los estímulos táctiles con una erección. ¡Y menuda erección! ¿Se da cuenta de lo que eso significa?

—¡Hmmmmmmm…! ¿decíaaa aahhmm aaalgo?....

—Mire esto. ¿Ve cómo sus dos miembros se endurecen al mismo tiempo? Pero fijese que cosa más curiosa ¡El nuevo pene es mucho más grande que el otro! Menudo espécimen...

—Hhnn…. Señora, que yo sólo puedo ver uno. Por cierto… ¿Podría seguir haciendo eso que estaba haciendo hace un momento? Creo que me alivia bastante…

—Haré algo mejor. Separe las piernas y agáchese un poco… así, muy bien… a ver hmmmmm…*¡slurp!* *¡slurrps!*

—O… o… Oiga… que me la está chupando…

—Pues claro… *Shup*, *Shup*—Necesito hacer una serie de pruebas físicas completas para comprobar la fisiología de su nuevo miembro…*Shurps*… hmmmmm… Increíble, dispone de todo un sistema vascular completo. ¡Fíjese qué venas y qué arterias más gordas! ¡Y que glande! ¡Uf, menudo ejemplar! La respuesta a la estimulación bucal es perfecta. Sigamos…

—Ahhhhhh…

—¡Pero fíjese qué cosa! ¡Su otro pene también recibe los mismos estímulos! ¡Mire como crece y engorda! Incluso gotea liquido preseminal de la punta, y eso que aún no lo he tocado.

—Ahhhhhh…

—Oiga ¿podría echarme una mano? Mientras le acabo de succionar el miembro trasero tome su otro pene y estimúlelo con la mano.

—Ahhhhhh…

—A lo mejor necesita un pequeño estimulo adicional. Espere un momento que me voy a desabrochar la bata… eso es.. Mire, mire usted mis tetas ¿A que son bonitas, verdad? 

—Ahhhhhh…

—Uf, qué exigente es usted. De acuerdo, me lo quitaré todo yo también, así estaremos a la par.

—¡¡AHHHHH…!!

—¿Qué? ¿Ha visto alguna vez un culo como este? ¿Y mi chichi, le gusta? Toque sin miedo, toque. Todo sea por la ciencia. 

—Señora… Esta usted muy buena…

—Eso ya lo sé. Venga, agárrese usted la polla de delante y empiece a meneársela mientras yo le termino de chupar la de atrás, a ver si también es capaz de expulsar semen por ahí.

—Vale… Oiga ¿le puedo tocar las tetas mientras tanto?

—Pero no diga tonterías, hombre. ¿Cómo me va a tocar las tetas si estoy detrás de usted?

—Ah, sí. Claro. Es verdad. Es que me hago la picha un lío.

—Las pichas.
 
—¿Cómo?

—En plural. Ahora tiene dos. Venga, agárrese la polla y menéesela con ganas. Ahí, con brío. Eso, eso. Muy bien. Se nota que hay experiencia ¿eh?. Bueno, yo sigo con lo mio… *Slurrrps*…

—Ahhhhhhh…

—¿Decia usted?

AhhhhhhhAAAAAHHHHmmhhh….

—Anda, se ha corrido usted primero. No había contado con eso… parece que los orgasmos son individuales, porque el pene trasero sigue sin expulsar semen.

—Uffffffff…

—Pero fíjese que cosa más curiosa, ahora que el pene delantero ha alcanzado el orgasmo comienza a bajar su erección, pero el pene trasero sigue erecto. ¡Es genial! ¡Así podemos seguir con las pruebas! ¡Magnífico!

—Sus tetas si que son magníficas.

—¿Decía algo?

—No, nada. ¿Puedo fumarme un pitillo?

—¿Pero como se va a fumar usted nada? Esto es un centro sanitario, hombre.  A ver,  voy a aprovechar que su polla delantera se ha aflojado para probar algo nuevo. Póngase mirando a la pared.

—¿Así?

—Sí, muy bien. Ahora no se asuste. Voy a proceder a inclinarme un poco y voy a intentar introducir su pene trasero en el interior de mi vagina por detrás.

—¿Para qué?

—Cosas de médicos.

—Ah.

—Ahora no se mueva hasta que yo se lo diga…

—Vale.

—Hmmmmmmffff…. Buff.. qué gorda... Hmmmmfff… 

—¿Se encuentra usted bien?

—Hmmmmmmmmmm… siiiiiiii… ¿Y usted? ¿Nota alguna reacción en el otro pene? Hmmm…

—Pues lo cierto es que sí, que está empezando a crecer otra vez…

—Hmmmm… aaaahhh… muy interesanteeeeeehmm…

—Oiga… ¿le puedo tocar el culo? Creo que desde aquí si que llego.

—Claro hommmmbre… hmmmmdfff… ¿Podría usted moverse un poco?

—Lo intentaré, pero la postura es algo distinta a lo habitual…

—Intennnnnhmmmtélo, por favormmm…. Joder, que rica está…

—Oiga, deténgase un momento… es que no logro encontrar el ritmo… espere… ahora empujo yo…

—Asssssiiiihmm… ¡Bufff!... ¿Qué tal por ahí? ¿Qué siente en el nuevo pene? ¡¡¡Hmmmf!!! 

—¡Ah!… Pues… pues noto que está dentro suya… noto todo muy mojado…  Está usted muy calentita por dentro.

—Sí… hmmmm muévase un poco más hacia afuera… así… ufffff

—Señoraaahmmm…  me parece que… ya…

—¡Sí! ¡Le viene! ¿Verdad? Vamos machote, empuja con fuerza…

—Señora, yo… ohhhhh

—¡Dame! ¡Así! ¡Fóllame el coño! ¡Vamos!

—No, señora no es eso… yo ya… ya…

—¡Sísísísí! ¡¡ME VIENE ME VIE… *¡¡PLOP!!*

¡OUCH!

—pe… pero… ¿pero qué?... ¡¿Qué ha pasado?!

—Se revertió el culo…

—¿¡Pero qué dices, desgraciado!? ¿!Dónde está ese pedazo de pollón!?

—Pues dentro de mi culo, ya se lo dije. Que lo tengo reversible. 

—Ay, ay, ay… ¿Y ahora qué hacemos?

—¿Y lo pregunta usted, qué es médico? Yo no lo sé. No habrá algún remedio para esto sin que haya tanto movimiento. Es que estoy un poco mareado.

—No hombre, si yo lo que digo es ¿qué hacemos con esto?… mire, mire como tengo el coño… ¿no ve como chorrea?

—Pues ahora que lo dice sí que seria una lástima dejarle a usted a medias, sí…

—¡Ea! No se hable más. Túmbese en la camilla que va usted a terminar de follarme. A ver si así hacemos algo de tiempo y le vuelve a revertir el culo. 

—Lo que usted diga señora.

—En fin, todo por la ciencia.

—¿Cuándo terminemos podré fumarme un cigarrillo?

—¿Pero qué dice? ¿Está usted tonto o qué?

—Vale, vale…

FIN.