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viernes, 16 de septiembre de 2011

Intimíssimi



Las braguitas, suaves y transparentes, cubren tus caderas y difuminan la piel y realzan la carne. Tu vulva carnosa refulge bajo la tela de seda; la humedad es evidente y la transparencia lo delata. Cojo el borde y tiro hacia arriba despacio, pero con firmeza: los jugos se agolpan y rezuman por entre los encajes; la carne  resalta y los pliegues se marcan; los labios carnosos engordan y separan.

Un dedo abajo del todo, apretando las carnes calientes, íntimas y mullidas; subiendo la yema hacía arriba, recorriendo los encajes apretados, recogiendo el néctar resbaladizo que empapa la sensual tela, apretando más cuanto más arriba está… hasta llegar a la cima. Allí, en círculos, bordeando la carne delicada y presintiendo la dureza que bajo el bulto palpita. El dedo es sustituido por la lengua.

Gorda y esponjosa, caliente y cargada de saliva y lujuria. Azotadora y vibrante, mi lengua se funde con los encajes, las transparencias y las carnes excitadas. Saliva y flujo recogido y mezclado en una pátina resbaladiza sobre las braguitas. Lengua dura y tiesa, apretando, estirando y profundizando. Los labios de mi boca sobre los labios de tu sexo, calientes y lascivos, aspirando y chupando, absorbiendo la humedad que brota por los resquicios de la tela. Besos mullidos y apretados, deslizándose por cada milímetro de tu entrepierna…

…Un breve descanso y algo más duro, caliente y grande se aplasta contra la tela empapada.  Un cilindro de carne abultada se estruja contra los labios delicados y ardientes; un vástago de fuego tieso que se acopla en toda su longitud a lo largo de la hendidura; la tela chapotea, los labios menores intentan abrazarlo y la vulva, separada por la carne viril, se hincha de lujuria. Mi polla se restriega contra tus bragas sin misericordia, frotando la zona del frenillo contra el bultito duro que cubre el clítoris; la carne de hierro resbala por los encajes, deslizándose arriba y abajo,  desplazándose por el centro de ese valle inundado. La verga brilla y reluce con tus fluidos y mi saliva.

Separo la carne lentamente y las babas viscosas protestan con sonidos líquidos, colgando y resbalando entre mi polla y tus bragas anegadas. Aplasto la cabeza hinchada en tu ingle y dejo que el glande se cuele por el borde de tela, resbalando por encima de tu coño. A través de los encajes transparentes puedo ver mi polla tiesa pegada a tus carnes.  Empujo y la gorda y pelada cabeza se incrusta entre los labios menores, abriéndolos, resbalando hacia dentro. La boca de tu vagina, hambrienta, muerde mi glande lascivo y la garganta resbaladiza de tus entrañas se lo traga.

Tu gruta es un horno de carne recubierto de mullidas y resbaladizas paredes. Mi polla invade el orificio abriendo y dilatando, empujando los jugos y bebiendo de tus entrañas. 

El ritmo se acelera, el émbolo bombea sin cesar, las carnes chapotean y salpican, los dedos resbalan y los besos queman. Dos bolas de carne golpean y se balancean sin cesar, aplastándose contra la raja abierta. El momento se acerca. El borde del glande frota descontrolado una y otra vez la pared interna. La pasión se acelera y se te clava de golpe hasta el alma, derramando el esperma viscoso a chorros en tu interior mientras los espasmos y las contracciones de tu cuerpo mastican mi polla con mandíbulas de carne palpitante.

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